Mas formas de violencia
Violencia laboral
La violencia laboral no se da a través de un agresor concreto. Es la que impulsan los países donde se dificulta el acceso de las mujeres a puestos laborales de mayor responsabilidad, existe brecha salarial, se ningunea a las mujeres en los ambientes de trabajo y se complica su progreso y estabilidad en las empresas por el simple hecho de ser mujer. Es una de las formas de violencia de género más comunes y una de las maneras de discriminación en la que, tanto hombres como mujeres, debemos luchar para que desaparezca.
Violencia simbólica
En la violencia simbólica no hay un ataque a un mujer en concreto, sino a todo el colectivo. La violencia simbólica recoge todos aquellos estereotipos, prejuicios, conductas, bromas, valores, ideologías y mensajes que incitan a que las otras formas de violencia de género se repitan. Es una de las más difíciles de erradicar ya que están muy integrados en la mentalidad colectiva y no nos damos cuenta de que en realidad son dañinos para la libertad de la mujer.
Violencia vicaria
Violencia institucional
Similar a la laboral en el sentido en el que son los países los que la promueven, la violencia institucional es toda aquella forma de discriminación en la que las mujeres, por el simple hecho de serlo, tienen más dificultades para ser tratadas igual que los hombres en todos los procesos institucionales del estado, por lo que no pueden ejercer sus derechos. Afortunadamente, al menos en los países desarrollados, esta forma de violencia cada vez es menos común. La que hay que solucionar inmediatamente es la laboral.
Violencia patrimonial
Relacionada con la económica, la violencia patrimonial es aquella en la que el agresor chantajea, engaña o incita a su mujer a que le dé la propiedad de sus bienes y patrimonio. Casas, negocios, objetos de gran valor, herencias… De este modo, además de lucrarse económicamente, consigue que la mujer pierda su autonomía económica y pase a depender de él.
Violencia social
La violencia social es aquella en la que el agresor, poco a poco, va consiguiendo que la mujer limite su vida social. Separar de amigos y familiares, reducción del tiempo que pasa en la calle, control de las redes sociales… Mediante amenazas, coacciones y chantajes, el agresor consigue separar a la mujer de su entorno habitual para que dependa emocionalmente solo de él y así conseguir lo que quiere de forma más sencilla.
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